Vagaba una figura por el puerto de Shell Town, observando en silencio a todo el mundo, con desconfianza, a través de sus rojizos ojos. No llamaba nada especialmente su atención, salvo quizá un estafador de poca monta, el cual retaba a los transeúntes a un torneillo de tiro.
El hombre de la capa roja y el traje negro se acercó a él y, haciéndose un poco el tonto y ocultando sus armas bajo su holgada capa, "se dejó engatusar por él"
-Un solo tiro, gana el que más se acerque al centro de aquella diana. Doscientos Berries. -dijo señalando una a veinte metros de distancia.
Vincent asintió, tomando la pistola que le ofrecían, mirándola como si nunca hubiera cogido una, pero aprovechando el momento para calcular la desviación del cañón. Cuando llegó su turno de disparar, apuntó al centro sin contar la desviación y, obviamente, falló.
-Mala suerte amigo.
Vincent se ecogió de hombros y le pasó los Berries, pero cuando estaba a punto de fingir marcharse, se volvió hacia el timador.
-... Doble o nada... -susurró.
El hombre asintió y le volvió a pasar la pistola. Cuando su turno volvió a llegar, Vincent miró la diana con fijación, aplicó la desviación del arma y elevó un poco la pistola para suplir la gravedad, y la bala golpeó el mimsmo centro de la diana.
-Grr, éso ha sido mucha suerte, te exijo que vuelvas a dispara, tramposo. -gritó sin saber muy bien lo que pasaba.
-Si vuelvo a ganarte, me llevaré mil Berries más.
-Je, de acuerdo, pero si fallas, me los llevaré yo.
Por toda respuesta, Vincent volvió a apuntar con la misma rutina que antes, y vació el cargador de la pistola en el centro de la diana, clavando ahí las cuatro balas restantes. El timador, empezando a intuír que él no era un novato idiota, le pagó a regañadientes y se fue con la diana y las pistolas de aquel lugar, dejando a Vincent con mil doscientos berries más de con los que había llegado.