Se trataba de una embarcación con un único navegante, algo bastante insólito en el mundo de los piratas. En ocasiones, el barco había llegado a estar vacío, pues su propietario Karl prefería evadir los hipotéticos controles de la marina. Sin duda alguna no estaba dispuesto a ponerse en peligro, pues aunque era un cazarrecompensas, su bandera podía confundirse con la de un pirata, y no se trataba de nadie vinculado con la marina. Sus ojos se abrieron y se fijaron tras la neblina que acababa de encontrar, distinguiendo en ella una posible isla, aunque sabía que lo más probable era que se tratara del terreno del East Blue. Disminuyó su velocidad, y viró hacia estribor para avanzar paralelamente a la isla, hasta que se encontró con una pequeña cala donde amarrar. Con su extraordinaria fuerza cogió el áncora, y la dejó caer al agua, amarrando así su barco en la zona apartada. Además, para acceder al lugar se debía nadar una distancia considerable... O sobrepasar el imponente precipicio. Era un lugar perfecto para que un tritón dejara su embarcación.
Una vez realizados todos los preparativos, saltó de cabeza hacia el agua fría, sintiendo una gran placidez. Una vez dentro del agua empezó a nadar, como de costumbre, a abismal velocidad. Lo hizo hasta que se acabó la tierra escarpada que le impedía acceder a tierra firme, y luego pisó, tras poco más de una semana, tierra firme.
Una vez estaba ya en la arenosa playa, miró al frente mientras agitaba su cuerpo para que las juguetonas gotas de agua que cubrían su cuerpo se despegaran, pues le producían un claro cosquilleo en su tosca piel. Vestía con una camisa blanca con mangas largas, unos pantalones pesqueros tejanos y un bombín de aspecto bastante moderno, constituido a cuadros blancos, rosas y verdes. El contraste con su piel morena y el de sus casi cristalinos ojos, le dotaban de un aspecto más misterioso de lo esperado. Empezó a caminar sin demasiada prisa pero con gran seguridad, dirigiéndose hacia el pueblo que se hallaba en la cercanía...