Preparando el equipaje

Melody se encontraba en su pequeña casita en las afueras de Isla Disco. Su madre, la señora Misart, estaba preocupada.
Cariño... eres demasiado joven... Tu padre nunca habría querido que te convirtieras en pirata.
Mamá, estos poderes me fueron concedidos para algo. Debo aprovecharlos para cumplir mi sueño. Debo encontrar Narvina.
Pero Melody... Insistió la señora Misart. Narvina no es más que...
...una leyenda. Lo se madre, se tu postura sobre la partitura legendaria, pero quiero hacerlo. ¿Ves este artículo? preguntó enseñando una foto grande de periódico donde se mostraba cinco cuerpos de mujer. Fueron encontradas muertas en Grand Line. Debo cumplir su sueño, por la fruta que me entregaron...
En ese caso, ten. musitó la señora Misart, conmovida. Le mostró una especie de micrófono de color azul. Es Senritsu. Lo creo tu padre poco antes de morir. Amplificará tus poderes de forma insospechada...
La mujer parecía estar al borde de las lágrimas.
Tranquila, mamá. Volveré antes de lo que te imaginas. Cuidaré bien de Senritsu. susurró abrazándola y dándole un beso en la mejilla.

Acto seguido, se puso a buscar la bolsa blanca donde estaba su ropa y víveres, peri no la encontraba.
Tal vez en ese estante... murmuró acercándose.

Una triste escena creada por la ida de una hija en pos de cumplir sus sueños era trazada mientras una preocupada madre la dejaba marchar.
Melody logró encontrar aquella bolsa blanca, pero nada más cojerla, una desesperada matriarca se lanzó a los brazos de la niña, a quien podría no volver a ver. Sus lágrimas caían con delicadeza, a la par que un fuerte llanto se desataba a cada segundo que abrazaba y besaba la mejilla de la joven.

-Prométeme que volverás sana y salva - Dijo mientras la soltaba y limpiaba sus lágrimas con un pañuelo recién sacado del bolsillo.

Melody sabía que era probable que aquello pasara, ya que, aunque hacía años que su madre sabía su determinación de hacerse pirata, después de todo era la que le había dado a luz, la había cuidado y críado.
Y sabía que aquella aventura podía resultar muy peligrosa.

Cuando la señora Misart la soltó, le dijo:
Por favor, mamá, no me gusta verte llorar. Te prometo que volveré. Es una promesa que nunca romperé.

Esbozando una sonrisa conciliadora, se despidió de su madre y de su casa. Unas ínfimas lágrimas aparecieron en el rostro de Melody, pero ella se apresuró a secárselas. No quería pensar en que, tal vez, no volviera a ver aquella casa de fachada verde claro.

Con paso lento, comenzó su camino hacia el puerto, observando cada palmo de aquel pueblo en el que había vivido.
Se paró unos minutos observando aquella esfera discotequera junto a la que tanto se había divertido.
Unos minutos después, reanudó su camino hacia el puerto. Sabía perfectamente que se encontrará a algún conocido, ya que aquel era unos de los lugares más transitados de la isla.

Continúa en un post en el Puerto.