Relatos de una Hambruna

Por las calles de Jaya caminaba con paso tranquilo Ishigetsu, el Capitán de los Oushin, sin embargo, para ser un Capitán de una tripulación tan enorme y poderosa, se encontraba paseando completamente solo, ambas manos posadas sobre su vientre, y la testa alzada con su mirada puesta en el cielo- ¡Ahhh~~! ¡Qué hambre tengo~~! - Mientras camina, su estomago comienza a rugir, y el Capitán torna su vista hacia un lado y hacia otro intentando encontrar un bar o alguna taberna.

Al divisar una frente a él a lo lejos, abre ampliamente su boca, resbalando saliva por la comisura de sus labios- ¡¡Yahoo!! - No espera ni un segundo el Pirata para comenzar a correr a toda velocidad en dirección a la taberna, al llegar frena en seco provocando con sus pies, una amplia nube de polvo a ras de suelo, colocando sus manos sobre uno de los taburetes frente a la barra, salta usando sus manos como único punto de apoyo para sentarse sobre el tabureta, posando luego sus brazos sobre la barra con una amplia sonrisa esbozada en su rostro-¡Tabernero, dame un poco de toda la comida que tengas! ¡Shishishishishishi! - Sin embargo, el tabernero le echa un vistazo de reojo y extiende su mano- Supongo que sabrá que aquí la comida no es gratis... ¿Tiene dinero suficiente?- El alegre Capitán saca de su negro chaleco una pequeña bolsa de tela y la posa sobre la barra, rebosando de esta múltiples monedas de oro, no eran berries sino monedas de oro puro; El tabernero sin perder un segundo, al ver toda esa enorme cantidad de dinero marcha al interior de la cocina a preparar la mayor cantidad de comida posible.

Algunos de los clientes que bebían placenteramente en la Taberna, observaron al recien llegado. Tenía toda la pinta de ser el típico mendigo anormal que muere por comer algo, pero algo les llamó la atención a un grupo de ellos que estaba sentado en una mesa circular.

-¡Eh! Mirad a ese.. Ha sacado una bolsa con monedas de oro, y no son monedas parece... ¡Es oro puro! - Dijo uno de ellos minuciosamente - Su cara me suena... - Replicaba quien mantenía peor forma fisica, un gordito que estaba comiendo un muslo de pollo - Es una buena oportunidad, podemos robarle y pagar el atraque del puerto a los putos Piratas. - Contestó otro - ¡Sí! Vamos a ello. Jefe, ve delante.

Fue entonces cuando, un hombre grande de unos dos metros de estatura y fornida complexión, vestido con una larga gabardina, pecho al aire, botas de cuero y bandana en la frente, se acercó al joven Ishigetsu (seguido de su banda), quien estaba devorando un suculento muslo de enormes proporciones.

-Amigo... - Dijo mientras pasaba el brazo derecho sobre el hombro de Ishigetsu, como si lo conociese de toda la vida. - ... Creo que vas a tener que darme todo el oro que lleves encima. - Rió mientras desenvainaba una pistola y la colocaba en la nuca del Pirata.

Ishigetsu mientras mantiene con su fuerte dentadura agarrada un enorme cacho de carne, de una chuleta que posee entre sus manos, torna su mirada de reojo hacia una lateral, posando esta sobre el nuevo individuo que le amenaza con robarle y dispararle en la nuca- Mmm ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Quieres un poco de esto? Está muy rico- Dice agitando levemente su brazo diestro, el cual mantiene sujeto un enorme muslo entero de cerdo asado.

La altura de aquel extraño malnacido sujeto comenzó a aumentar, a la par que la cantidad de vello en sus brazos y todo su cuerpo.
Un musculoso brazo agarró fuertemente el cuello de Ishigetsu, a quien provocaría una fuerte presión que haría atragantarse.

-Muere asqueroso niño rico... Nos quedaremos con tu oro - Susurró a su oido derecho mientras los demás miembros de la bandan alertaban de que se iba a liar una buena en el lugar y que no se moviera nadie.

El rostro de Ishigetsu, después de asirle aquel extraño con fuerza del cuello y alzarlo en el aire, se torna de color rojo para finalmente escupir la carne que estaba tragando antes de aquel suceso sobre la cara de aquel sujeto- Argh... ¡Me estaba atrangantando, creía que me moría! *Coff coff*... Tsk... Que maleducado, encima de que te invito a comer...- El muchacho alza de pronto su pierna diestra, asestando una patada con una fuerza pasmosa para el pequeño cuerpo que posee, al antebrazo de aquel gigantesco individuo, para forzarle a que le suelte. Era tal la fuerza de la patada del pequeño Pirata que podía haber fracturado con facilidad varios huesos del brazo de ese enorme sujeto.

Una vez, suelto, en el aire posa su pie sobre uno de los brazos de aquel mastodonte, flexionando su pierna y usando aquel brazo como único punto de apoyo para saltar y realizar una acrobática voltereta en el aire, seguida de una poderosa patada que lanzada con behemencia en vertical descendente hacia la cabeza del individuo amenaza con hacer que su testa siga el mismo camino que su brazo.

El jefe de los bandidos, resentido por el golpe, no tubo más opción que llevar su mano a su malherido antebrazo, mientras que a la par su crecimiento cesó (alcanzando una altura de 3 metros) y todo el vello de su cuerpo dejó de brotar. Varios rugidos de dolor fueron destellados, pero la perspicacia de aquel "hombre" era mayor y en un abrir y cerrar de ojos desapareció de la vista del jovenzuelo, quien dió aquella patada al aire.

-¡Inu Inu no Mi! Modelo lobo - Fueron las palabras que gritó al mismo tiempo que aparecía tras Ishigetsu y asestaba un fuerte puñetazo en punta con sus afiladas garras, las cuales atravesaron limpiamente el torso del Pirata.

-Ese monigote está muerto. Cuando el jefe se convierte en Hombre-Lobo es capaz de destruir edificios con solo sus zarpas - Dijo mientras que varios de la banda reían al verlos - ¡Quítale ya la bolsa Jefe! - Gritaba uno de los miembros, alentando a que finalizara ya.

Pero para sorpresa de todos, un gigantesco grito fue provocado por el Licántropo, quien comenzaba incluso a llorar. - ¡¡¡Ahhhhhh hijo de perra mi mano!!! - Volvía a gritar mientras sacaba su extremidad... La cual misteriosamente había sido carbonizada y únicamente quedaba el simple muñón de un codo sin antebrazo.

Chorros de sangre mancillaron la tarima de aquel lugar. Decenas de miradas quedaron fijas en aquel increible muchacho y... Solo uno de los bandidos, rompió aquel sepultante sonido. - N-No puede ser... Es.. ¡¡¡Es Daikoku Ishigetsu!!! ¡¡UNO DE LOS CUATRO YONKÔ!! - Gritó con muchísima más fuerza mientras caía hacia atrás del asombro.

Todas las caras quedaron fijas en aquel joven Pirata de inmenso poder, provocando casi al instante que todos corrieran y abandonaran el lugar con una velocidad asombrosa... Todos menos la banda de bandidos, quienes quedaban petrificados por el miedo.

Ishigetsu desciende del aire despues del amago de patada que iba a dirigir hacia la cabeza del gigantesco individuo, y despues de que este funda su brazo con el Magma en el que se torna de pronto su estructura física, quedando apenas la mitad de este; Aterriza, posando sus pies en el suelo con suavidad, al mismo tiempo que se lleva una mano a la nuca, acariciándose suavemente el pelo y tornando su mirada de reojo hacia aquella banda de piratas- El que viste y calza... - La mirada del joven pirata se desvía hacia el brazo amputado del enorme pirata- Ah, siento lo de tu brazo ¿Te duele mucho? Pero eso te pasa por maleducado... Encima de que te invito a comer... Tsk.

Todos los miembros de la banda quedaron atónitos ante aquel acto. Tanta simpleza viniendo de uno de los Yonkô.. Y eso que creían que iban a morir en ese mismo instante.
La reacción fue casi instantanea, todos se arrodillaron suplicando perdon ante el joven, dando un sin fin de razones de por qué lo hicieron. Pero entre tanto llanto y súplica, el jefe habló, quien al parecer todavía estaba resentido de la gran herida (sin hemorragia por la clara quemadura).

-¡¡CALLAOS!! - Gritó dirijiendose a sus compañeros - Lo sentimos mucho Ishigetsu-sama - Dijo poniendo la cabeza contra la tarima. - Solo queríamos pagar la deuda que le debemos a unos Piratas para que nos dejen partir de Jaya - Lágrimas salieron despedidas de todos los bandidos, incluido el Jefe - No nos mate por favor - Volvió a suplicar.

Ishigetsu flexiona sus piernas lentamente, agachándose, al mismo tiempo que observa a toda aquella banda pirata postrada a sus pies, y se rasca levemente la testa cual primate murmurando- Vaya... ¿Solo era eso?- El Yonkou introduce su mano en el interior de aquel chaleco negro que cubre su torso y saca otra bolsa, un poco más grande que la anterior, también repleta de monedas de oro puro, extendiendo su brazo de manera que su mano portando la bolsa queda a poca distancia del jefe de aquella banda- Podríais haberlo dicho antes, tomad, con esto creo que será suficiente ¿No?

Al momento de hacer entrega en la mano del jefe de aquella bolsa de tela, extiende sus piernas, poniéndose en pie e irguiendo su espalda a la par que se cruza de brazos- Y para la próxima vez, aprended a pedir las cosas con educación- Dice el joven pirata, esbozando una amplia e infantil sonrisa, mostrando la totalidad de su dentadura y los ojos cerrados, como si fuera solo un crío.

Los ojos de cada uno de los bandidos se abrieron como platos. El Jefe agarró rápidamente la bolsa y casi al instante todos salieron corriendo riendo y gritando "GRACIAS".
La Isla estaba siendo visitada por uno de los Cuatro Yonkô, la voz había corrido y eso suponía un peligro... Puesto que aquella Isla sin ley estaba llena de Piratas que ansiaban ser leyenda o tomar un buen puesto y Cazarrecompensas que regalarían a su propia madre por la recompensa que tenía Ishigetsu.

Ishigetsu, después de la marcha de aquella pequeña banda de piratas, sonríe levemente y se da media vuelta, volviendo a sentarse en la barra, prosigue tranquilamente con su festín; El Yonkou devora cada plato y cada pieza de carne como si hiciera meses que no comiera, y cuando termina apoya su espalda en el respaldo de aquel asiento llevándose sus manos al vientre y suspirando con fuerza- Fiuffff... Qué bueno estaba todo; Tabernero, hacía mucho tiempo que no comía algo tan delicioso.

De pronto, un pequeño flash parece pasar por su mente, y este, en señal de haber tenido una idea golpea su puño derecho de manera vertical descendente sobre la palma de su mano izquierda- ¡Ya sé, a partir de hoy, yo, Capitán de los Oushin, Daikoku Ishigetsu, poseeré esta isla como parte de mi propiedad! ¡Shishishishishi! Así todos los demás piratas no causarán tantos estragos y podré ser el primero en la cola para comer estos suculentos platos siempre, ¡Shishishishishishi!- Dirigiendo el pequeño pirata su vista hacia el Tabernero- Buen hombre, ¿Podrías correr la voz por toda la isla?

El tabernero observaba al joven sin mediar palabra. Tal era el asombro de estar sirviendo a un verdadero Yonkô que lo habían dejado perplejo.
Escuchó las palabras de Ishigetsu, quien increiblemente se propuso conquistar toda Jaya... Por la comida. Era impresionante, tanto que justo cuando el tabernero iba a hablar, cayó hacia atrás incosciente por aquella sorpresa.

Ishigetsu posa sus manos en la barra, asomándose para mirar al tabernero quien ha quedado inconsciente tras la barra y preocupado salta por encima de esta, agachándose y dando varios golpecitos con su mano a la mejilla del tabernero- ¡Eh, eh, eh! ¡¿Se encuentra bien?! ¡Vaya hombre!- El muchacho se pone en pie, mirando de un lado a otro a todos los sujetos de la taberna, alzando su voz- ¡¿Hay algún médico por aquí?!

Meneaba su cuerpo con gran fuerta, casi desnucando al pobre tabernero, quien despertó al rato - Por favor... Vete - Dijo antes de volver a quedarse incosciente.
El Sol se había escondido por completo, dando paso al gran astro lunar que iluminaba, junto varias faroles, las calles de Jaya. Pero esto solo significaba algo aún peor, y es que a esas horas suelen salir toda clase de chusma Pirata y Cazarrecompensa, por lo que Ishigetsu debía tener cuidado... O no... ¿Qué cuidado va a tener un Yonkô? Eso sí, debía pensar como empezar la conquista de Jaya.