Buscando conocimientos

Su aventura había acabado de empezar. Ya estaba imperceptiblemente más cerca y terriblemente lejos a la vez de convertirse en alguien en esos mares, pero primero tenia que aprender a luchar como lo haria un maestro de la lucha cuerpo a cuerpo y era por eso que estaba allí, en la isla Karate.
Siguió caminando por las calles buscando algún indicio de un dojo donde aceptaran alumnos o de algún lugar parecido donde pudiera empezar su adiestramiento, por lo que al final se decidió a preguntarle al primer anciano que viera ya que como habitante de la isla debería conocer probablemente la respuesta.
-Disculpe, podria indicarme la dirección de algun dojo dónde acepten alumnos?- Le preguntó educadamente.

El anciano, quien sujetaba su figura con un debil bastón, levantó su rostro y abrió sus achinados ojos para visualizar a quien acababa de preguntarle.

-*Cof* *Cof* ¿Para qué quieres aprender Karate, joven...? - Dijo con una voz debil y risueña

"No puedo contarle la verdad... ¿Quien me va a enseñar karate si le digo que quiero convertirme en el pirata mas temido de los mares para saquear y destruir a mis anchas?" Pensó al oír la pregunta del anciano. Al cabo de pensarselo un par de segundos decidió dar la una respuesta que solo reflejara parte de sus objetivos, omitiendo la parte politicamente incorrecta.
-Quiero aprender karate para convertirme el pirata más poderoso de todos los mares, y ser admirado por todos los demás.-Dijo con una media sorisa en la boca.
La respuesta podia dejar bastante que desear pero fué lo que se le ocurrió en ese momento por lo que ahora debía esperar a ver como reaccionaba el anciano.

El anciano, quedó impasible y distante ante la afirmación del joven. Sus ojos se abrieron como platos, los cuales observaban con una furtiva y agresiva mirada al joven. Agarró con fuerza el bastón y siguió con la misma ferocidad en el rostro que antes... Y entonces... Empezó a partirse el culo de risa.

-¡Shugueeee! Muy bien, muy bien - Dijo mientras reía y comenzaba a caminar. - Sígueme pues.. Has dado con un Maestro de Karate sin alumnos

En un primer momento Onimura se sobresaltó y medio asustó, que le pasaba a ese hombre? Acaso había dado con el loco del pueblo? Pero después de que se explicara se dió cuenta que más que con el loco del pueblo había dado con lo que estaba buscando exactamente y además con un plus, si no tenia más alumnos tendria más tiempo para entrenarle a él.
-Como se llama maestro?-Se decidió a preguntarle a fin de cuentas ya que almenos debia saber con quien trataba.

Ignoró por completo las palabras del alumno, quien le acompañó cuatro pasos más adelante hasta un edificio de madera el cual tenía inscrito en la puerta: "Dojo de Pollo-Sama". A esto, el anciano abrió las puertas e incitó al joven a que entrara.

-Creo que el que no venga gente es por mi propio nombre... - Dijo tristemente.. Aunque luego empezó a reir de nuevo - ¡Entra, entra! - Dijo alegremente.

-¿Te estás riendo de mi nombre? - Preguntó con gesto amenazante al ver la sonrisa de Onimura. - Ponte en el Tatami, quitate los zapatos y empezaremos... Te vas a cagar por reirte de mi nombre - Dijo furiosamente mientras entraba a otra habitación y dejaba solo al joven pirata.

Esperó unos cuantos minutos en solitario, hasta que derrepente, unos sonidos se escucharon en la habitación de al lado. Tales como gritos de terror y garras acechando. Dichos pasos se oían cada vez más y más.. Recordaban a unas afiladas y temibles extremidades de un león, o tal vez un leopardo. Algo estaba claro.. Y es que una atmósfera de miedo y suspense se apoderó de todo el Dojo.
En el momento en que aquel nervioso momento alcanzó su cúspide, un fuerte rugido fue escuchado y... Tras ello... La bestia apareció frente Onimura.
Era... Era... Una... Una gallina.

-Guau - Ladró el animal al joven Pirata

-¡Mierda! Se me ha escapado el monstruo! - Gritó el anciano mientras corría, la cojía y salía corriendo a la otra habitación para dejarla ahí y volver. - ¿Cuál es tu nombre? - Preguntó a la misma vez que sentaba sobre el tatami como si nada hubiera pasado y tomaba una taza de té.. Que Dios sabe de donde la cogió.

-Onimura Beckman...- Dijo mientras pensaba que ocultaria esa aberracion de la naturaleza que además era llamada monstruo por todo un maestro del karate. Acaso seri simplemente una pobre gallina y ese hombre estaba completamente loco? O seria un verdadero monstruo que se ocultaba tras el aspecto de una gallina? El mar ocultaba grandes misterios como las frutas del diablo, pero nunca había oído a hablar de una gallina-monstruo que causara estragos en ningún lugar.
Pensando esto se quitó los zapatos y le preguntó a Pollo-sama:
-¿Que era esa...gallina?

-Hay secretos que removerían los mismísimos cimientos del mundo. El mar se dividiría en dos y todo el globo terráqueo sería aniquilado en una gigantesca explosión - Ascendía el tono de voz a medida que hablaba y levantaba sus manos - Y esa gallina... Es un secreto - Dijo mientras volvía a la aptitud seria y tranquila a la par que tomaba una taza de té.

Era el momento de aprender Karate, por lo que el anciano levantó y le preguntó al joven - ¿Sabes algo de Karate, mozalbete?

-Hombre... Karate lo que se dice karate no mucho, pero se pelear decentemente creo, aunque puede que me equivoque-Dijo toqueteandose el menton- Nunca me habían preguntado eso, la verdad...
Dicho esto siguió con la mente puesta en la gallina mientras esperaba que Pollo contestara.

-Muy bien Onimura - Dijo mientras alzaba sus puños a la altura del pecho - Atácame con todas tus fuerzas. - Alentó al joven

-Ok -Dijo mientras empezó a correr hacia el anciano moviendo la parte derecha del cuerpo para impulsarse para darle un puñetazo en la cara del anciano, pero un instante antes de que su puño llegara a la mejilla del anciano movió el otro puño para darle un puñetazo en la otra mejilla.

El barrido le dió en una pierna y le desequilibró por lo que Onimura tuvo que ayudarse de una mano para no caer en el suelo. Parecía que ese anciano se basaba más en los movimientos rápido y ágiles que en la fuerza bruta en si como lo hacía él mismo. Tenía que volver a probar. Dicho esto empezó a correr hacia él otra vez y dando un salto se puso haciendo el pino y empezó a darle patadas dirigidas a la cara del anciano.

FDI: Si no se entiende lo que quiero decir intentaré cambiarlo para que sea mas entendedor

El anciano se colocó de pie justo cuando el joven se acercaba haciendo el pino dando patadas. Cuando estaba apunto de llegar a donde se encontraba el maestro un ruido retumbó en toda la sala. Una puerta cayó al suelo y de la penumbra de una estancia apreció la gallina. Había crecido mucho más y ahora llegaba a los dos metros. Su cabeza no paraba de echar hacia delanmte y hacia atrás, sin mover el cuello. En un momento pasó de estar tranquilo a gritar, abriendo la boca y coltando un sonido agudo.

-¡¡¡Se ha liberado. Sal de aquí si quieres vivir!!!

El maestro se puso en guardia, mirando a la gallina fijamente. Esta se había vuelto a calmar pero en un momento volvió al momento de cólera, gritando como si estuviese poseida.

-¡¡Eh tú, ayúdame!! - Gritó a la vez que corría por todo el tatami, en círculos y con los brazos moviéndose hacia arriba violentamente.

-Ayudarte? Como?-Dijo mientras se estaba revolcando por el suelo carcajeandose de la situacion sin importarle lo peligrosa que pudiera ser esa gallina.

La gallina recibió los dos golpes y soltó dos alaridos que resonaron por toda la estancia. El maestro salió de su escondite, era hora de remtar el asunto. Se colocó enfrente del animal, con las palmas apuntando hacia la bestia y los dedos juntos. Con un movimiento secó golpeó con las dos palmas desnudas el pecho del animal. Con estos golpes la gallina soltó sangre por la boca y cayó al suelo de lado, para luego volver a su forma de gallina normal, inconsciente.

-¡Toma ya! Muchas gracias, muchacho. Esto te vale como entrenamiento.

El maestro andó hacia el chico y se le quedó mirando. A lo mejor quería algo más de combate para mejor su técnica o a lo mejor eso le había parecido suficiente.

-Hombre, yo esperaba algo mas que esto como entrenamiento... Como hiciste eso con las manos para tumbarla? -Le preguntó intrigado. Quería aprender a luchar como ese anciano que había sido capaz de tumbar una gallina de dos metros con un simple golpe con las manos. Quería aprender a hacer eso también.

El anciano se le quedó mirando durante un tiempo, sin decir nada. Una idea le cruzó la cabeza, le serviría al chico también de entrenamiento antes de aprender la poderosa técnica.

-Si consigues golpearme tres veces te enseñaré esa técnica. Si no nada.

Tras eso retrocedió unos pasos y dejó los brazos colgando, pero con los puchos cerrados. Si tenía que defenderse de verdad lo haría. Ahora no habría contemplaciones.

-Bien...-Dijo confiado en que podria hacerlo. Solo tenia que tocarle 3 veces, eso no era nada y a cambio iba a recibir esa poderosa técnica que le convertiria en algo más poderoso.
Empezó a correr hacia el anciano y le lanzandose hacia el suelo se apoyó con la amno derecha y le hizo un barrido al anciano para hacerle caer al suelo. Para ganarle debia observar sus movimientos e intentar predecirlos ya que se trataba de un maestro del karate, y no de un mindundi.

El maestro resopló hacia un lado al ver como el chico utilizaba un simple barrido. Al parecer no se daba cuenta de que tenía que hacer algo más. Dio un salto para esquivar el golpe, no llegó muy alto, lo suficiente para intentár darle una para descendente al chico en toda la cara. Si fallaba quedaría en una posición muy mala para defenderse y le podría golpear por primera vez.

-¡Con más pasión!